lunes, 20 de febrero de 2012

Sé cuando va a acabar todo como Darko.



Intimidándote con la mirada en otra traicionera sublimación del subconsciente, sin mirarme las manos ni cuestionarme mi realidad, simplemente viviéndola y rulándola, mezclándote con la muchedumbre y deshaciéndote con cuidado en cada bolita mental para que no peses más que esas chinas que tanteo con la mano encima de la mesa negra del salón.
Dejemos lo de quemar Roma y escaparnos lejos para cuando nos conozcamos mejor, aún no te imaginas los viajes que ha hecho mi corazón por Francia, mi mente por Babia, mis ojos por Venecia y mi cuerpo por los extremos de la vida, yendo de uno a otro como el péndulo de un reloj de pared. Todo por encontrar mi virtud, mi punto medio. ¿Y para qué? Siempre lo mando a la mierda por llegar al límite, tocar el cielo y perderme en mi propio ser (feliz).

Odio estar preso en esta cárcel aunque sé que sólo es algo temporal, algún día me separaré de la materia.
Me gustaría darte las coordenadas espacio temporales para que me encuentres pero nunca me ubiqué demasiado bien en esta utopía, chica, te dejaré entrar si algún día quiero compartirla contigo, mientras vete quitando ladrillos de la fachada.

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