miércoles, 28 de marzo de 2012

Recuérdame de vez en cuando.



No nos vendieron amor sin espinas, nos las clavamos todas revolcándonos en la utopía. Nuestras almas jugando felices al escondite y tú haciendo que me buscabas por otro lado con la picardía del que sabe donde estoy, con ese vacile en la sonrisa. Retándome, buscándome y encontrándome entre piques tontos de enamorados.

Me encantaba como sabías, primavera. Sabías a vacaciones para mi invierno aunque no siempre desconectaba del todo por eso de no dejar de pensar. Le quiere por eso no se marcha, descubriste. A veces da por entendido que quiero estar con él y ni llama a la puerta, justifiqué. Me planteaba si quería verlo, dudaba y luego lo saludaba. Alguna que otra noche fumábamos mientras nos poníamos al día pero siempre volvía contigo. Tú te ponías celosa y yo sonreía al saber que sentías impotencia por no controlar la situación. Después me mirabas a los ojos pidiéndome que entrase sin llamar. Eso me bastaba para ser feliz.

Me encantaba cuando te ponías celosa. No existía desconfianza, sólo el miedo de siempre tapado por kilos y kilos de felicidad. Por eso nunca lo oíamos, estábamos distraídos  fluyendo como dos arroyos que se juntan y desembocan en el mismo mar. Donde caímos, donde nos hundimos, donde toqué fondo. Punto cero, ahí fue cuando volví a la rutina de discutir a gritos con el invierno.
Nos pasábamos el día jugando a la ruleta rusa en camas separadas. Todo por encontrar los extremos de nuestro ser. Sólo nos juntábamos dispuestos a joder al otro y siempre acabábamos borrachos y con metralla ardiendo en nuestro costado. Me ardían las putas costillas. El acero entraba a doscientos grados quemando la carne a dos milímetros del hueso, consumiéndome entre gritos silenciosos de agonía y la certeza de estar a ocho millas del extremo.


Teniendo en cuenta la distancia hasta el centro, la expansión de lo finito y su futura trayectoria durante mi estancia terrenal lo consideré cercano.

Y ahora te siento distante. Me siento distante. ¿Me sientes distante? Espero que lo sepas antes de volver a vernos como dos auténticos desconocidos que se conocen muy bien, antes de que se pierda la magia de éste momento y éste otro y te deje de escribir.

Adiós, como dijo Donés.

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